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Así es, ella no
lo conoció por casualidad, las casualidades no existen. Ella lo conoció porque
lo quiso conocer. Lo acercó a ella porque quiso tenerlo cerca. Un día lo vio en
el bus de todos los días, lo miró desde sus zapatillas (no eran tan horrendas)
hasta su cabeza, sus pantalones no eran ajustado como le gustaban a ella, pero
le parecía que su corte al rape le quedaba muy bien y tenía una cara bastante
atractiva para ella. Así que decidió averiguar cómo se llamaba. Él se sentó en
frente de Anabelle en el bus, ella lo miró y le gustó, aunque era todo lo que a
ella no le gustaba, no se parecía para nada a Eddie Vedder, pero algo lo unió
significativamente a él. Él dejó su ticket de bus en su asiento y se fue, no la
miró ni siquiera la divisó, yo creo que nunca existió ese día para él, pero
ella nunca lo olvidará. Tomó el ticket, y en el ticket estaba su nombre, lo
buscó en las redes sociales y lo encontró. Ahí estaba "Damián Sartori". Clic. Lo agregó,
él la aceptó, le preguntó de dónde se conocían y ella le inventó que tenían un
amigo en común. Él le creyó. Hablaron un par de veces.
Se
juntaron por primera vez luego de unos meses, él le habló y le dijo que se
vieran, pero no era un buen momento aquel día porque ella ya tenía más de un
litro de cerveza en su cuerpo y sus amigos también, pero decidió decirle que sí,
que fuera, él tomó su agua mineral con gas mientras todos nos reíamos y jaraneábamos,
ni siquiera conversábamos, porque gritábamos. Él se fue pronto, dijo que tenía
in compromiso con su padre y se marchó.
A
ella no le importó mucho, porque no pudo conocerlo más. Pasaron los meses y
hasta los años, y Anabelle lo recordó, viajó a ver a su tío que vive en
Pichilemu y le dijo a Damián que fuera, él fue porque gran parte de sus amigos viven ahí.
Tuvieron su primer encuentro personal, se fumaron el aire de la tierra y se
besaron bajo la luna tapada por las nubes, continuó la persecución de Damián
sobre el cuerpo de la chica. Anabelle no quería sacarse la ropa, pensaba cada
segundo “No, no, no, no”, mientras lo pensaba se dejaba llevar por los besos de
Damián, por las manos de Damián, por el empuje de Damián, por la brutalidad de Damián.
Anabelle se detenía, él no la dejaba huir, y ella tampoco hacía un gran
esfuerzo. Se fueron a la casa donde la chimenea estaba ardiendo, el tío de
Anabelle había salido a pescar por la noche, tenía esa manía de salir de madrugada
y volver al amanecer. Al lado de la chimenea se sacaron todo lo que calzaban,
se besaron, se tocaron, se ultrajaron, se calentaron, no hablaron nada y con
eso termino de decir todo.
El
color de la droga fue extensa y no se arrepintió de nada, su gurú le ha dicho
un montón de veces que viva todo lo que quiera y que la culpa es de años
ancestrales, que arrepentirse es de hipócritas y solo le queda razonar si
quiere volver a sentir lo mismo con él o con otras personas.
Ella
decidió que fue bueno, aunque no recordaba mucho y que tampoco fue excelente
como para repetirlo, ella describe en su diario cada sensación que vive
sexualmente, le gusta recordar, dice que es para cuando ya no recuerde nada. Y
con Damián no pudo anotar ni una sola frase.
Un
día cualquiera cuando ella no estaba en su casa si no en el piso 8 del centro
de la ciudad, quien sabe dónde, suena su celular y es un mensaje de Damián, que
le preguntaba como estaba, pero Anabelle sabía de relaciones pasajeras y
vacías, sabía que llegaría la clásica pregunta “¿Y cuándo hacemos algo”, eso se
resume a decir “¿Y cuando nos juntamos a tirar?”. Los hombres clásicamente creen
que nosotras no sabemos eso y que al decir ‘cuando hacemos algo’ nosotras
chorreamos en sentimientos hormonales por ellos. Pues, no, Anabelle, ya sabía
de esas frases, de muchas respuestas, muchas preguntas, muchas miradas, muchas
posiciones, muchas formas de engancharla, muchas formas de invitarla a beber
una cerveza o fumarse un caño, ella sabía de todas esas cosas, pero ella quería
saber cómo se veía Damián de día, así que aceptó y fue a verlo.
Jugó
con él toda la tarde, como si fueran dos gatos, tomaron café hasta intoxicarse
y volaron al más allá. Anabelle lo deseaba tanto, quería quitarle toda ropa y
sentirlo dentro de sí misma, pero no quería que todo se acabara tan rápido, así
que terminada la tarde, las jugarretas calentonas, tocaciones, succiones y
demases, ella tomó su bolso y le dijo “me voy, cuídate”. Se fue, le agradeció
el café en un mensaje de texto y él la contactó el siguiente lunes.
Ese
lunes no fue un buen lunes para Anabelle, solo quería irse a la cresta un rato,
olvidarse de la vida, y cómo podía hacerlo, aceptando la invitación de Damián
una vez más, pero esta vez estaba azotada de cuestionantes sobre su vida, de
muchas decisiones por tomar, muchas opciones que decidir. Estaba llena de
muchas cosas en su cabeza y solo quería olvidarse de todo. Eso hizo, lo saludó
con un beso en la cara sin mucho gesto, porque ella jamás le mostraría siquiera
un poco de ternura a un tipo que solo quiere tener un polvo sencillo con ella.
Las ternuras están para alguien que la invite a tomar un café a un lugar bonito
y no a un departamento donde sabe que lo único que sucederá será sexo casual.
Así
que se dejó llevar, dejó que Damián tomara el control y no dijo nada. Se tomó
dos chupitos de vodka antes de ir y la desinhibición vino sola. Se besaron. Se
chuparon. Pero ella no lo chupó a él, no le gusta andar dándole premios a tipos
que no se lo merecen, aunque él quería de sobremanera que se lo chupara, pero
ella no lo hizo, además recordó a Valentín. Un amigo de infancia, ellos de
grandes se tenían ganan, muchas, pero la vida se había encargado de que fuesen
y sigan siendo muy amigos, él una vez le dijo “Nunca le chupes el pico a hueon
en la primera ni segunda, déjalo pensando cómo sería. Y sabí qué, no le chupí
el pico a hueon que no valga la pena”
Así que como Damián era solo un tipo que
quería sexo con ella no se lo chupó.
Esa
tarde tiraron cuatro veces, la misma posición, los mismos besos, las mismas
miradas, si sintió mucho mas, porque sí Damián tenía su miembro grande, rico,
pero eso para Anabelle no eran tan requetecontra importante si no lo sabe usar.
Ella creía que los tipos que tenían el pico grande nunca se esforzaban mucho en
un polvo y casi siempre era así, al contrario de los minos que tienen el pico
promedio normal chileno si le ponían bueno, muchas posiciones, muchos sube y
baja, mucha excitación, mucho gusto por complacer a la mujer a la cual le
introducirán su espada.
Así
que luego de la misma posición y los mismos besos, se marchó. Besó a Damián en
la boca con todo su pelo desordenado y húmedo. Chao. Y él le dio una palmada en
el trasero, Anabelle como odia que le nalgueen el trasero cuando no está
teniendo sexo, le recuerda a su antiguo amante, el que destrozó su corazón, por
aquel se volvió dura, luego habló con el gurú, dejó de odiarlo y aprendió a
sobrellevar sus decisiones, así hasta que dominó toda situación que se le
cruzara por enfrente.
No
supo nada más de Damián, y si él le escribe, que será pronto, porque los
hombres son básicos, jamás dejan huir una presa que tienen segura para
descargarse. Ella procederá a ignorarlo. Ya tuvo lo que quería y
lamentablemente Damián no sabe lo que quiere y a ella no le gusta ni siquiera
conversar con tipos que no tienen claros sus pasos.
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