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16 de julio de 2014

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Cuento feriado: Anabelle y su último captor

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https://www.flickr.com/photos/devicias
Así es, ella no lo conoció por casualidad, las casualidades no existen. Ella lo conoció porque lo quiso conocer. Lo acercó a ella porque quiso tenerlo cerca. Un día lo vio en el bus de todos los días, lo miró desde sus zapatillas (no eran tan horrendas) hasta su cabeza, sus pantalones no eran ajustado como le gustaban a ella, pero le parecía que su corte al rape le quedaba muy bien y tenía una cara bastante atractiva para ella. Así que decidió averiguar cómo se llamaba. Él se sentó en frente de Anabelle en el bus, ella lo miró y le gustó, aunque era todo lo que a ella no le gustaba, no se parecía para nada a Eddie Vedder, pero algo lo unió significativamente a él. Él dejó su ticket de bus en su asiento y se fue, no la miró ni siquiera la divisó, yo creo que nunca existió ese día para él, pero ella nunca lo olvidará. Tomó el ticket, y en el ticket estaba su nombre, lo buscó en las redes sociales y lo encontró. Ahí estaba "Damián Sartori". Clic. Lo agregó, él la aceptó, le preguntó de dónde se conocían y ella le inventó que tenían un amigo en común. Él le creyó. Hablaron un par de veces.

Se juntaron por primera vez luego de unos meses, él le habló y le dijo que se vieran, pero no era un buen momento aquel día porque ella ya tenía más de un litro de cerveza en su cuerpo y sus amigos también, pero decidió decirle que sí, que fuera, él tomó su agua mineral con gas mientras todos nos reíamos y jaraneábamos, ni siquiera conversábamos, porque gritábamos. Él se fue pronto, dijo que tenía in compromiso con su padre y se marchó.

A ella no le importó mucho, porque no pudo conocerlo más. Pasaron los meses y hasta los años, y Anabelle lo recordó, viajó a ver a su tío que vive en Pichilemu y le dijo a Damián que fuera, él fue porque gran parte de sus amigos viven ahí. Tuvieron su primer encuentro personal, se fumaron el aire de la tierra y se besaron bajo la luna tapada por las nubes, continuó la persecución de Damián sobre el cuerpo de la chica. Anabelle no quería sacarse la ropa, pensaba cada segundo “No, no, no, no”, mientras lo pensaba se dejaba llevar por los besos de Damián, por las manos de Damián, por el empuje de Damián, por la brutalidad de Damián. Anabelle se detenía, él no la dejaba huir, y ella tampoco hacía un gran esfuerzo. Se fueron a la casa donde la chimenea estaba ardiendo, el tío de Anabelle había salido a pescar por la noche, tenía esa manía de salir de madrugada y volver al amanecer. Al lado de la chimenea se sacaron todo lo que calzaban, se besaron, se tocaron, se ultrajaron, se calentaron, no hablaron nada y con eso termino de decir todo.

El color de la droga fue extensa y no se arrepintió de nada, su gurú le ha dicho un montón de veces que viva todo lo que quiera y que la culpa es de años ancestrales, que arrepentirse es de hipócritas y solo le queda razonar si quiere volver a sentir lo mismo con él o con otras personas.

Ella decidió que fue bueno, aunque no recordaba mucho y que tampoco fue excelente como para repetirlo, ella describe en su diario cada sensación que vive sexualmente, le gusta recordar, dice que es para cuando ya no recuerde nada. Y con Damián no pudo anotar ni una sola frase.

Un día cualquiera cuando ella no estaba en su casa si no en el piso 8 del centro de la ciudad, quien sabe dónde, suena su celular y es un mensaje de Damián, que le preguntaba como estaba, pero Anabelle sabía de relaciones pasajeras y vacías, sabía que llegaría la clásica pregunta “¿Y cuándo hacemos algo”, eso se resume a decir “¿Y cuando nos juntamos a tirar?”. Los hombres clásicamente creen que nosotras no sabemos eso y que al decir ‘cuando hacemos algo’ nosotras chorreamos en sentimientos hormonales por ellos. Pues, no, Anabelle, ya sabía de esas frases, de muchas respuestas, muchas preguntas, muchas miradas, muchas posiciones, muchas formas de engancharla, muchas formas de invitarla a beber una cerveza o fumarse un caño, ella sabía de todas esas cosas, pero ella quería saber cómo se veía Damián de día, así que aceptó y fue a verlo.

Jugó con él toda la tarde, como si fueran dos gatos, tomaron café hasta intoxicarse y volaron al más allá. Anabelle lo deseaba tanto, quería quitarle toda ropa y sentirlo dentro de sí misma, pero no quería que todo se acabara tan rápido, así que terminada la tarde, las jugarretas calentonas, tocaciones, succiones y demases, ella tomó su bolso y le dijo “me voy, cuídate”. Se fue, le agradeció el café en un mensaje de texto y él la contactó el siguiente lunes.

Ese lunes no fue un buen lunes para Anabelle, solo quería irse a la cresta un rato, olvidarse de la vida, y cómo podía hacerlo, aceptando la invitación de Damián una vez más, pero esta vez estaba azotada de cuestionantes sobre su vida, de muchas decisiones por tomar, muchas opciones que decidir. Estaba llena de muchas cosas en su cabeza y solo quería olvidarse de todo. Eso hizo, lo saludó con un beso en la cara sin mucho gesto, porque ella jamás le mostraría siquiera un poco de ternura a un tipo que solo quiere tener un polvo sencillo con ella. Las ternuras están para alguien que la invite a tomar un café a un lugar bonito y no a un departamento donde sabe que lo único que sucederá será sexo casual.

Así que se dejó llevar, dejó que Damián tomara el control y no dijo nada. Se tomó dos chupitos de vodka antes de ir y la desinhibición vino sola. Se besaron. Se chuparon. Pero ella no lo chupó a él, no le gusta andar dándole premios a tipos que no se lo merecen, aunque él quería de sobremanera que se lo chupara, pero ella no lo hizo, además recordó a Valentín. Un amigo de infancia, ellos de grandes se tenían ganan, muchas, pero la vida se había encargado de que fuesen y sigan siendo muy amigos, él una vez le dijo “Nunca le chupes el pico a hueon en la primera ni segunda, déjalo pensando cómo sería. Y sabí qué, no le chupí el pico a hueon que no  valga la pena” Así que  como Damián era solo un tipo que quería sexo con ella no se lo chupó.

Esa tarde tiraron cuatro veces, la misma posición, los mismos besos, las mismas miradas, si sintió mucho mas, porque sí Damián tenía su miembro grande, rico, pero eso para Anabelle no eran tan requetecontra importante si no lo sabe usar. Ella creía que los tipos que tenían el pico grande nunca se esforzaban mucho en un polvo y casi siempre era así, al contrario de los minos que tienen el pico promedio normal chileno si le ponían bueno, muchas posiciones, muchos sube y baja, mucha excitación, mucho gusto por complacer a la mujer a la cual le introducirán su espada.

Así que luego de la misma posición y los mismos besos, se marchó. Besó a Damián en la boca con todo su pelo desordenado y húmedo. Chao. Y él le dio una palmada en el trasero, Anabelle como odia que le nalgueen el trasero cuando no está teniendo sexo, le recuerda a su antiguo amante, el que destrozó su corazón, por aquel se volvió dura, luego habló con el gurú, dejó de odiarlo y aprendió a sobrellevar sus decisiones, así hasta que dominó toda situación que se le cruzara por enfrente.

No supo nada más de Damián, y si él le escribe, que será pronto, porque los hombres son básicos, jamás dejan huir una presa que tienen segura para descargarse. Ella procederá a ignorarlo. Ya tuvo lo que quería y lamentablemente Damián no sabe lo que quiere y a ella no le gusta ni siquiera conversar con tipos que no tienen claros sus pasos.

Si no sabes usar, pues te usan, y si te usan te chingas, sufres, lloras, te pierdes, te enamoras. Ella nunca más se sintió jodida por nadie, porque aprendió a controlar su interior y por sobre todo su exterior.

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